Amado mío:
El ocre de los árboles que pinta nuestro pequeño pueblo, entristece aún más mi existencia, desde que te vi partir, por el camino que nunca deseaste volver a tomar. La alfombra que cruje bajos mis pies, hecha de hojas secas que el Otoño esparce como una lluvia, no produce el mismo sonido, la misma música celestial que sonaba a nuestro paso, cuando juntos, de la mano, solíamos caminar sintiendo el tibio sol de esta estación, en nuestros rostros iluminados por tanto amor, tanta ilusión por un futuro que soñamos construir hasta que la muerte nos separe.
Te extraño tanto, y es tan duro despertar en la mañana sintiendo que no estás a mi lado. Porque cada vez que abro los ojos, lo hago con la esperanza de que tu ausencia, haya sido sólo una pesadilla. Pero no estás y mi alma se desmorona. Cada noche cuando cierro los ojos, pienso, que un día más se ha ido, siendo entonces, un día menos para tu regreso.
Maldita guerra que parece no terminar nunca. Maldito presente que nos obliga a vivir separados, permitiendo que tu ausencia, parta mi corazón en dos pedazos iguales, dejando el más triste y doloroso dentro de mi pecho. Cada vez que te vas, renuevo este juramento: Que ninguna bala se atreva a tocarte, que ninguna daga cruce tu cuerpo, que ningún enemigo se quede con tu corazón y la mitad del mío, porque conocerán mi ira sin límites. Vivo por ti, amado mío, que te dejen vivir por mi, le advierto a quién sea. Tú sabes, que no les temo.
Las viudas, que lloran eternamente por sus hombres acribillados por las armas de las Familias rivales, serán siempre mal recibidas en el seno de nuestro hogar. Jamás un manto negro cubrirá mi cuerpo, que es tuyo; nunca mi esperanza me abandonará. Tú cruzaras nuestra puerta sano y salvo, te lo juro por Dios que me asiste. Hoy lloro tu ausencia, mañana no lo haré porque estarás conmigo hasta la eternidad.
El arma que pusieron en tus manos para matar, cumplirá con su cometido si es lo mejor para todos. No me importa cuantos caigan, no me importa si la guerra no termina nunca, no me importa si muchos no vean más el sol y sus viudas no vuelvan a sentir dentro suyo, el amor de un hombre. Yo lo sentiré: a ti, porque el día que dejes este mundo, lo harás muy dentro mío.
Me prometieron que en
El Otoño, cubre nuestro querido pueblo con un manto de neblina en estos días. Ya no hay flores multicolores, ni pájaros que canten con la salida del sol. El frío se hace sentir y presiento que el invierno será duro, pero quiero que llegue pronto, así,
Mi amado del alma, mi vida eterna, no ver tus ojos es una tortura, saber que existes es un alivio para mis heridas del alma. Cumple con tu misión y regresa; lavaré la sangre que manchen tus manos como lo he hecho siempre. Nadie lo puede hacer mejor que yo, por eso me llaman,
Espero con ansias, la mitad de mi corazón.