Cuando
el Chapulín Colorado decía: Síganme los buenos, provocaba una serie de acciones
ridículas y previsibles que no hacían otra cosa que demostrar su torpeza. La
cuestión era reírse de su torpeza.
Yo creo que los buenos en el mundo entero
son un 80% de la población. Es simplemente una creencia mía, no una cifra
chequeada o comprobada realmente. Pero supongamos entonces que mi cifra es
real. Imaginen por esta razón que si al Chapulín lo hubieran seguido, así de
golpe, tanta cantidad de gente, lo hubieran aplastado a su paso y sin piedad. Lo
cual demuestra la torpeza de la que hablo. Los buenos son torpes porque no
tienen maldad.
De
acuerdo con mi estadística queda en claro que los malos son el 20% de la
población mundial. O sea que los buenos los cuatriplícan. ¡Qué bueno! dirán
ustedes y con razón. Yo también lo digo aunque lo malo sea que no tiene nada de
bueno. Recuerden un dicho que dice: lo bueno, si breve, dos veces bueno. En
este caso concreto es algo muy malo.
Vayamos
a los hechos de mi exposición. Los buenos trabajan. Aman de verdad. Se
preocupan por sus semejantes. Tienen amigos que los quieren por lo que son.
Crían a sus hijos preocupándose por el futuro de ellos. Desean vivir en paz.
Viven en paz. Son buenos compañeros con sus compañeros. No aspiran obtener lo
que no es de ellos. Sí ganárselo con trabajo y talento. Son valientes. Si
señores, los buenos son valientes. No le temen al fracaso porque generalmente
eso es parte de sus vidas.
Sigamos
con los malos. Viven del trabajo de los demás. No tienen escrúpulos. Son los
exponentes del haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. Roban, corrompen y hacen la guerra. Fabrican armas. Saben que el mundo no tendría hambre
si ellos no se enriquecieran tanto. No les importa. Les predican a sus hijos la
moral y las buenas costumbres y luego comercian y ganan fortunas con la droga y
la muerte. Comandan las naciones. No tienen amigos. Sus “amigos” están con
ellos por intereses. No saben lo que es ser amados. Quien esté con ellos es por
dinero. Ansían el poder. Tienen el poder. Son cobardes porque le temen al
fracaso.
Son
pocos pero hay que reconocerlo; dominan el mundo porque todos sus semejantes
son sus rehenes. El mundo es de los malos.
Yo
propongo algo. Que los buenos tomen las armas y salgan a matar a los malos.
Recuerden que es una lucha del 80% contra el 20%. Es cuatro a uno. No puede
haber ni la más mínima posibilidad de derrota. Se termina de esta manera con la
dominación internacional de los malos y en un santiamén el mundo pasaría a ser
de los buenos. Creo que es una buena sugerencia; matarlos por un buen ideal. Después
de todo, tratándose mi idea de cambiar el mundo, liquidar a todos los malos no
tiene nada de malo.