domingo, 29 de marzo de 2015

Historia de mi ciudad.


En los viejos tiempos la gente era más grande. Gigante. Lo descubrí mientras caminaba por la ciudad y de pronto vi un enorme reloj de bolsillo colgado en el frente de un edificio.
Me imaginé que un señor sacó su reloj del pequeño bolsillo de su chaleco, apurado porque llegaría tarde a una cita, y al mirar hacia abajo vio, con horror, los cordones de sus zapatos desanudados. Colgó su reloj de una saliente en la pared para agacharse con más comodidad y así anudar sus zapatos, y luego de hacerlo, se fue más apurado todavía porque una distinguida señora lo estaría esperando en una confitería de la calle Florida para tomar el té con ricas masitas. El reloj quedó allí olvidado para siempre.
Espero que aquel gigante caballero no haya llegado tarde a su cita y, a partir de ese encuentro, hayan vivido juntos una hermosa historia de amor.

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