martes, 28 de julio de 2015

Mi viaje.


Recorrí las Américas desde Chichen Itzá, El Cuzco, hasta llegar al Río de la Plata. Luché contra Aztecas, Incas, Araucanos y con todo aquél que se atreviera a enfrentarme. Me hirieron mil veces y cada vez veo menos. Vi como hombres valientes, y no tanto como yo, terminaban sus historias de ambiciones atravesados por una lanza de papel.
Mi sangre árabe española me hizo moro. Por mi instinto, a mi paso por el continente, tuve decenas de mujeres: indias, mestizas y en sábanas europeas una vez que fui al otro mundo. Con alguna de ellas llené de hijos mi nueva tierra. Y esos hijos tuvieron a sus hijos.
Fui rico, fui pobre.
Un día, ya cansado, con las pocas onzas de moneda plástica que me quedaba, compré mi vuelta a casa y regresé.
Mi pueblo es distinto, irreconocible y con extraños. Pero al fin reconocí el camino. Sólo tengo que cruzar este ancho mar de cemento con carruajes raros como la gente que navega en ellos.

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