sábado, 29 de mayo de 2010

De puro macho.

La derecha le dio de lleno en el mentón, luego la zurda en el pómulo derecho y como un latigazo el golpe final directo al ojo izquierdo. Cayó de espaldas y ni contándole hasta cien se levantaría. Ella, se acurrucó contra la pared en el piso de la cocina llorando y masticando su rabia contenida desde mucho tiempo atrás. Acostumbrada a tantos golpes pero con el mismo dolor de siempre.
Él, tomó las llaves del auto y antes de irse le ordenó que cuando volviera, tarde por supuesto y sin avisar, estuviera levantada esperándolo para servirle la cena caliente.
Envenenarlo, sí, con veneno para las ratas porque no se merece menos que morir como un roedor sucio y maloliente. Mil veces lo pensó. Pero no, ella es incapaz de hacer algo así y lo soporta todo. Poniendo mil excusas ante su familia y sus amigas por los machucones en su rostro y las hinchazones de sus cejas por tanto golpe al corazón.
Cuando ya no puede más, toma su ropa y se va a la casa de sus padres que sufren como ella por tanta humillación, y él la va a buscar suplicándole que vuelva, pidiéndole mil perdones y jurándole que jamás lo volverá a hacer. Vuelve. Imposible saber por qué, pero vuelve con él. La historia de siempre.

Para los amigos del bar donde a veces se emborracha, él es un machazo. Siempre habla a los gritos para que todos lo escuchen, contando cosas de su vida de hombre de pelo en pecho que emboban a más de un estúpido y hasta lo enamoran. Quiero ser como él, piensa algún idiota. Salvo aquella vez que haciéndose el gracioso, desde la ventana del bar, le gritó a una hermosa mujer vestida con minifalda que pasó caminando por la vereda:
Cómo quisiera ser baldosa para ver tu...
¿Para ver qué, pedazo de boludo? A ver, hablá... Lo encaró la joven mirándolo a los ojos con firmeza y tan cerca que él olió su aliento cargado de odio.
Se puso rojo como un tomate, tragó saliva, se rió nerviosamente y no le salió ni una palabra. Fue un momento de desconcierto para sus imbéciles admiradores; pero pasó. Quedó en el olvido.

A las minas hay que tenerlas cagando... Es su frase de cabecera. La tiene impresa en los labios y en su cerebro enfermo de hombre de muchas pulgas.
Además siempre habla de la cantidad de mujeres que pasaron por su cama cuando era soltero. No quedó una en pie.
Decí que soy casado y respetuoso con mi jermu que si no ¡mamita, quién me para!
Lo que no cuenta es que más de una vez, con alguna señorita de buenas curvas, vendedora de sexo, no se le... No pudo...
Bueno, está bien quedate tranquilo, esto nadie lo va a saber... Son 200 pesos.

Eso si, cuando está calmado, cosa que pasa durante muchos días a veces, a ella la trata como a una reina. Le compra la mejor ropa, le regala flores, la lleva a comer y al cine mostrándose como el marido perfecto, bueno y dulce para que nadie piense que él no ama a su esposa. Claro que la ama, si ella lo deja para siempre, se muere, le dice una y otra vez embelesado. La verdad es que si eso pasa se queda más solo que Tom Hanks en Náufrago.
Hasta que llega el primer golpe. Siempre traicionero, para desconcertar y no darle poder de reacción a ella. Y luego otro y otro. Por supuesto que cuidándose de no matarla, no vaya a ser cosa que por una estupidez así vaya preso. El tipo en eso es para sacarse el sombrero, hay que reconocerlo, es hábil... Como un hombre de las cavernas, pero hábil. Claro que si aparece un mamút rompe el record de los 100 metros y va a las juegos olímpicos como abanderado.

Esta vez el golpe fue directo al estómago. Suficiente para que cayera al piso doblándose y llorando como un marrano, si, porque el golpe lo recibió él.
Los tipos que entraron a su casa para robar necesitaron nada más que ese solo golpe para neutralizarlo, ante la mirada sorprendida de ella que no pudo creer de su cobardía. Justo él que es un macho de aquellos; justo él que tiene un uno-dos fulminante; justo él que se pavonea de su hombría ante dos o tres tarados en su bar de mala muerte.
Un cobarde, que no es capaz de jugarse la vida por una mujer que le soportó todo, que a pesar de sus embates violentos siempre volvió para estar con el hombre que seguramente amó más que a nadie porque si no, no se entiende.
Cobarde, odioso e inmundo cobarde. Claro, qué otra cosa puede ser un tipo así. Mil veces cobarde. No sirve para nada, ni siquiera para una guerra de almohadas en un pijama party porque le tiene miedo a todo, y ella por fin lo supo.
Cuando despertó, todavía en el piso y con los ojos hinchados de tanto llorar, recién advirtió que ella se había ido, esta vez para siempre. No se atrevió a ir a buscarla, no lo haría nunca más porque sabía que había sido vencido. La vida le dio una paliza. Esa vida que ahora deberá volver a empezar en otra parte.

Mucho tiempo después, ella caminaba del brazo de un hombre que no hacía otra cosa que colmarla de dulzura, amor y verdaderos golpes al corazón con su caballerosidad y admiración por esta mujer que ya no sufriría más, cuando lo vio venir. Iba del brazo de otra mujer. Dicen que la vida da siempre una nueva oportunidad, lo que no dicen es que a veces con mucha suerte. Él, arrogante, altanero, evitó mirarla. La mujer llevaba puestos unos anteojos bien negros ocultando sus ojos y seguramente algo más.
Ella sintió pena... Por los dos.


5 comentarios:

  1. Ricardo, cuanta verdad contienen las palabras de este relato y cuan cobarde es el ser humano!
    Lo felicito!
    Naty

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  2. Ricardo me ha encantado.
    ¿Puedo copiarlo y el próximo curso usarlo en las tutorías de mis alumnos?
    Es una forma excelente de tratar el tema del maltrato. Lo planteamos una y mil veces y siempre hay algún estúpido que dice con la boca que está en contra y se le ve la sonrisita pensando lo contrario.
    Arancha

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  3. Precioso, desgarrador y emotivo...me ha encantado Ricardo. Más saber, que la persona que lo escribió es totalmente opuesta a este tipo de hombres. Eres justo, caballeroso, amigable, atento, divertido, espontáneo....pero sobre todo tienes un gran, gran corazón. ME ENCANTAS!!!! y lo sabes...
    Un beso...Tere.

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  4. Ricardo, los dos nos atrevimos a escribir sobre el mismo tema y te felicito me gustó mucho como lo trataste. Un saludo.

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  5. ¡Fantástico relato, Ricardo! Lo increíble que a pesar de que estamos en el siglo XXI todavía hay que contar cosas como estas para que reclamar contra la violencia de género. Y sobre todo, valoro tu valentía de reconocer las miserias de tus congéneres. ¡Enhorabuena!
    Muchos besos,
    Silvia Pérez Trejo

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