lunes, 3 de mayo de 2010

La sentencia.

"Seres del planeta que ustedes mismos llaman Tierra. Desde este momento y en los próximos días, todas las personas de cualquier sexo que hayan asesinado a sus semejantes; cometido crímenes contra la humanidad con armas creadas para tal fin. Que hayan torturado, corrompido, robado o estafado a otros seres. Violado, acosado y golpeado sin piedad a críos y hembras. Que hayan matado a animales sólo por placer y deporte... Morirán."


Fue en un mismo instante. En todo el mundo las emisoras de radio y televisión se vieron interrumpidas por este mensaje. En internet apareció en cada pantalla como si fuera un virus sin ninguna posibilidad de eliminarlo. En los teléfonos móviles y en toda clase de elementos creados por el hombre para comunicar, también. En cada lugar de la tierra allanó, sorprendió y generó terror esta noticia que parecía una broma macabra. Y así se tomó. Con estupor pero también como poco creíble por lo que era un anuncio tan extraño e irrisorio.


Las conjeturas no se hicieron esperar: Desde la creencia de que alguien con mucho poder intentó darle al mundo un susto terrible, hasta la seguridad de que no era otra cosa que el avance de una nueva película Hollywoodense con una gran superproducción y que pronto estaría en todos los cines. El presidente de una nación poderosa salió al aire desde su casa de gobierno, blanca e inmaculada, para hablarles a sus ciudadanos y calmar todo tipo de temores. "Estamos investigando el origen de semejante anuncio y muy pronto..." No terminó su mensaje. Cayó fulminado ante el mundo por un paro cardíaco irremediable.


Los líderes de otras naciones mundiales morían al unísono de diversas formas: Por ataques del cuerpo y sin avisar, en accidentes de autos o domésticos, en sus aviones presidenciales y helicópteros que caían a tierra como moscas; o atragantados con una aceituna en un ágape en su honor.

Gente aparentemente común moría en la calle de pronto, ¡pero si era una buena persona, lo sé porque vivía en mi misma cuadra! decía alguien asombrado, pero, parece que no lo conocía bien. En las cárceles caían al piso y sin vida: presos, carceleros y... a muchos nos les pasaba nada, ¡increíble! Quizá porque robar una gallina para comer no debe ser un delito tan grave.


Terror imposible de describir para mi en este momento es el que las personas que se creían culpable por algo, comenzaron a sentir. Hasta la señora que mató una rata en su cocina entró en pánico. Ni hablar del niñito que le robó un caramelo a su compañerita de la escuela. Le regaló una Barbie por la culpa, pero le tuvo que robar dinero a la madre para hacerlo y luego nadie lo podía consolar... Pobre angelito... Parece que él vivirá.

Políticos, gremialistas y militares lloraban ante el mundo asegurando que eran buenas personas y que la ética y el honor y la mar en coche y... Morían de cualquier forma. En los países sudamericanos, ¡ni les cuento!


Llantos, gritos, la gente se agolpaba en las iglesias, templos o lo que sea para redimir sus culpas... En orden, en orden por favor... Usted señora vuelva a casa, no le va a pasar nada por una infidelidad que ya quedó en el olvido, en serio, hagame caso y tranquilícese.

A un cazador de ciervos indefensos, le cayó en la cabeza un trofeo de esos que ponen en la pared para demostrar la buena puntería que tienen ante un blanco grande e inmóvil, y el cuerno le perforó el craneo. La esposa manifestó a la prensa: "Le dije que no colgara esas cosas horribles, ¡son cadáveres! Ahora las tiro a la basura y vuelvo a colgar los platos pintados y cucharas de bronce que compré en la feria hippie".


Más de la mitad de la población mundial murió en un par de días. Una mujer, lider de un país del tercer mundo dijo: "Sólo quedamos los buenos... Los que pensamos en la gente... Los que trabajamos sin ambiciones personales". Tomó un trago de agua para seguir con su discurso... Y se ahogó.

Verdaderamente, sólo quedaron los buenos, los que trabajan para vivir, los que aman a sus hijos y son ejemplos para ellos. Los niños y jóvenes que aprenden a ser buenas personas. Una nueva era comenzó y ningún Nostradamus ni Templo Maya lo había pronosticado.


De pronto me desperté. Mi sueño fue eso, un sueño nada más. Me toco rápidamente la cara, todo el cuerpo, respiro y me doy cuenta de que no me pasó nada; sigo vivo. Entonces me quedo tranquilo, porque nadie me va a condenar por aquél pajarito que maté con mi gomera cuando era un niño.

Qué alivio, no podía más con esta culpa.


3 comentarios:

  1. Es sin duda una reflexión que eriza la piel, que intriga y denucia al ser, no menos suspicaz que
    "QUIEN ESTE LIBRE DE PECADO QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA".

    Estimado Ricardo, creo en la concatenación de los hechos y sus frutos, y certifico desde "mi mundo", que aquel que hace mal, viola y destroza, y a la vez tan osada como siempre,que me atrevo a decir que incluso el que de alguna manera es tan cobarde para hacerlo pero lo desea de corazón, antes o después vertirá sobre él este sueño...

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  2. Ojala que este cuento llegara muy lejos, llegara a los buenos y malos. Todos se identificarían con tus personajes, unos con el que muere atragantado con una aceituna, otros con el niño que robo un caramelo. Algunos dormirian sin miedo a ese sueño, para otros el mismo seria la peor pesadilla. Saludos, Ricardo.

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  3. Ricardo, no lo habia leido.
    En Mayo creo que no te conocía aún , y además , estabamos con los trasplantes de médula.
    Me ha gustado mucho.
    Ojalá mucha gente hiciera repaso de sus actos, se arrepintiera y remediara el mal cometido a conciencia.

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