lunes, 9 de noviembre de 2015

Los amores de niños son insuperables.


Cuando me enamoraba de una niña sentía que ella sólo dependía de mí. Hasta el fin de los tiempos. No había en mi mente otra imagen que no fuera la de ella.
Protegerla a capa y espada era mi objetivo. Que ella me viera como un héroe era mi orgullo.
Mi inocencia era la suya. Su inocencia me llenaba de ternura y de un amor que no sé si alguna vez llegué a superar.
Los amores de niño son los que deberíamos sentir siempre; pero no, porque crecemos y no está bueno crecer. Si yo hubiera podido elegir no lo habría hecho.

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