martes, 14 de abril de 2009

Los amantes.

En secreto. Sin la luna que delate. Húmedo el empedrado. Faroles ciegos. La luz que se esconde. Es el pecado sin sombra. A media luz. Protegida lo espera. Velas que imaginan siluetas. Testigos de tanto amor. Derramado. Escondido. Sabores afrodisíacos. Todos lo son cuando el amor alimenta. Espíritus vencidos. Débiles. Dolor en el pecho. Lo calma el vino. Las gargantas queman. La culpa borra la culpa. Sólo importa este mundo. Afuera llueve y no importa. La música los envuelve. Sonidos mágicos. Voces que cantan. Dicen lo que ellos no dicen. Labios sin tiempo se rozan. Cuerpos como abrojos se pegan. Esos labios se funden. Caricias de siempre. Distintas a las de ayer. Cuerpos que se conocen. No se conocen. Hoy todo es nuevo. El amor lo descubre. Se quitan la ropa. Uno al otro lo hacen. Labios que recorren poros vírgenes. La música se aleja. Los cuerpos entibian. El alma. La mente. Los ojos se nublan. No hay entornos a la vista. Unidos se elevan. Al cielo. La luna que no estaba. Está. Ilumina la vida. De dos que se mueren. Uno sin el otro se muere. Son uno solo. Fundidos. La música es un rumor. El mundo ha dejado de existir. Estremecimientos. Instante glorioso. Único. Voces que dicen lo que nunca dicen. El momento sublime. Llega. Como un grito llega. Como la muerte. Placentera. Ellos no lo saben. Lo sienten. La savia de la vida invade un cuerpo. La savia madre la recibe. Se aman más que nunca. Por eso se muerden. Se odian. Se hacen daño. Es el final... Los cuerpos se duermen. Se entrelazan las manos. Sienten cosquillas. Luego calma... Calma... Calma. Sueño. Culpa. A si mismo se culpan. En silencio. Descansan. Con los ojos en otra vida. Lejos de allí. Esos ojos que se miran. Con ellos se consuelan. Rien. Se tocan. Vuelven a reír. Sienten frío. Sensible la piel. Se protegen. Aprietan sus cuerpos. Unen sus labios otra vez. Sus manos se recorren. Creían conocerse. Nada será igual. Ya no importa la culpa. Son amantes. Vuelven a empezar.

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