sábado, 18 de julio de 2009

Gracias, Neil.

Sí, me dirijo a vos, Neil, el mismo que todos los que vivíamos hace 40 años, te vimos pisar la Luna. Exactamente el 20 de julio de 1969. También recuerdo aquella frase que dijiste en ese histórico momento: "Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad". Brillante, conmovedora, una genialidad de tu parte. Yo te veía por televisión, en blanco y negro en este país, a los saltitos por la superficie lunar y me emocionaba al pensar que empezaba la Conquista del Espacio. Mis vacaciones futuras serán en Marte, les dije a todo el mundo. Me lo creí como todos en ese momento. Recuerdo que te compararon con Colón, si, con el amigo Cristóbal que con sus tres carabelas cruzó el océano y descubrió esta parte del planeta en la que vivo. Vos cruzaste el espacio sideral en la Apolo XI y te paraste en nuestro satélite natural. ¡Por Dios, qué hazaña! La de los dos, por supuesto. Claro que el amigo Colón, tiene en cada ciudad importante de América, una plaza que lleva su nombre y una estatua con su figura. En Europa también. Vos, Neil, que fuiste el primer hombre que puso sus pies sobre la superficie plateada de la Luna, ¡nada más y nada menos! ¿Dónde diablos tenés una plaza con tu nombre? ¡O una estatua que te inmortalice! ¿En tu ciudad natal, quizá?
¡No nos mientas más, Neil, jamás estuviste en la Luna! Ni vos ni ninguno de los astronautas de las Apolo que luego fueron hasta allí los primeros años de los 70, con vehículo lunar y todo. Nunca el hombre estuvo en ese lugar. Y esa frase maravillosa que dijiste la escribió el mejor guionista de Hollywood de aquél momento. Decí la verdad. Mira, te lo digo más claro; ¡al único que le creo es a Tom Hanks! Sí, a él, que con su Apolo XIII hizo los trescientos y pico de miles de kilómetros y cuando estaba ahí nomás, dijo: ¡Houston, tenemos un problema! y se volvió. Cómo no le voy a creer a un tipo que vivió, solo, cuatro años en una isla, nueve meses en un aeropuerto y encima tuvo sida y por eso se ganó un Oscar. Pero a vos , Neil, ¡no te creo nada!
Pero hay algo que te tengo que agradecer, si, aunque no lo puedas creer, porque gracias a esa mentira de la Luna y que no fue tu culpa, (porque te metieron en ese brete los de la NASA y te engañaron como a nosotros) a partir de esa fecha en la que se supone que vos... sarasa, sarasa... y mientras dabas saltitos en el desierto de Nevada, alguien tuvo la buena idea de crear ¡El día del amigo! ¡Es fantástico, no te parece! Los amigos, en esta fecha: 20 de julio de todos los años; se encuentran, se abrazan, se dicen cuánto se quieren, se besan, se emborrachan y se dan atracones fenomenales, ¡mejor imposible! Habría que levantarte un monumento sólo por eso, querido amigo, Neil, en todas las plazas del mundo, qué querés que te diga.
Nuevamente gracias, Neil. Saludo a todos mis amigos desde aquí con un gran abrazo y, a vos personalmente también; te considero un amigo de verdad y quiero que sepas que te quiero mucho, de aquí... a la Luna.

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