jueves, 6 de octubre de 2016

La prima que se metió conmigo.


Llegaba los sábados y se iba los domingos. Era la prima de los Monteagudo, dos pibes del barrio que eran hermanos. Susana era su nombre que repiqueteaba toda la semana en mi cabeza hasta que volvía el sábado siguiente.
Comencé a enviarle cartitas con mi hermana que hacía de correo. Iba y venía una y otra vez con mis cartitas y las que ella me contestaba. Hasta que un día le mandé la cartita más importante de todas, con una pregunta que hizo que mi corazón se detuviera hasta obtener respuesta: "¿Te querés meter conmigo?"
Mi hermana volvió con la respuesta a flor de labios y la lengua afuera de tanto ir y venir: "Dijo que sí".
Toqué el cielo. Tenía novia. Me di cuenta entonces de cuánto se sufre por amor porque cuando se iba los domingos no podía dejar de pensar en ella en toda la semana. Cuando la veía volver el sábado siguiente no había chico más feliz en el mundo que yo.
Pero un día no volvió, pasó toda la semana y tampoco lo hizo. No volvió más. Me dolía el pecho. Lloraba de bronca. No podía entender que el amor fuera así de cruel. Por suerte el tiempo borra las heridas, realmente lo hace porque tanto dolor pasó.
Susana, la prima de dos chicos del barrio fue mi novia. Sí, ella, la niña de la que sólo podía imaginar su rostro porque no creo haberla visto nunca a menos de 50 metros.

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