lunes, 3 de octubre de 2016

La señora de al lado.


Era nuestra vecina allí en mi casa de niño. Vivía sola y nunca supe cuál era su historia. No recuerdo que me haya mirado alguna vez ni tampoco que me haya hablado. 

Tenía la edad de mis padres y cierto atractivo perverso para mí. La veía volver de la estación del tren todas las tardes desde su misterioso trabajo. Un joven, mucho más que ella, la visitaba a veces. Yo los escuchaba en las noches desde mi cuarto pegado al suyo. Me excitaba su "queja" que yo imaginaba de placer que me daba placer en mi soledad. 

Por ella desperté, sentí, supe. En cada mujer que amé, siempre estuvo la señora de al lado. 

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