sábado, 31 de julio de 2010

Querida, Señora Laura.

Querida, Señora Laura:

Quise dejarle estas líneas para que las leyera después de que me haya ido a cumplir con mi trabajo en otro lugar. Siempre habrá alguien que necesite de mis servicios y, con su carta de recomendación, no tendré ningún inconveniente en comenzar una nueva vida ayudando a una persona con un corazón tan noble como el suyo.

Fue para mi muy satisfactorio haber estado a su lado cumpliendo con mi deber. He recibido de parte suya el más cordial afecto, lo cual ha enriquecido mi espíritu nutriéndolo de una gran sabiduría. Usted es la culpable de contar con semejante fortuna a esta altura de mi vida.

Reconozco, y usted Señora Laura lo sabe porque se lo he dicho, que cuando el Señor Alfredo cruzó la puerta de su casa tuve mis reparos por su repentina presencia. Diez cartas en diez años, confesándole un amor tan grande, la insistencia con la que lo hizo, y en el marco de su soledad, me produjo temores porque sus intenciones me parecían altamente sospechosas. Usted comprenderá que me sentía responsable de su cuidado y de ninguna manera iba a permitir ningún tipo de arrebato hacia su persona, ya sea físico o espiritual. Si eso hubiese pasado no me lo perdonaría jamás.

El tiempo me enseñó cosas, momentos vividos en la casa que me tranquilizaron, que me dieron una luz de esperanza por usted. Ver al Señor Alfredo atendiéndola con tanto cariño; ver cuando en las noches la levanta de su silla de ruedas con un esfuerzo tremendo porque sus cansados brazos ya no dan más, para llevarla hasta su cama, acostarla, arroparla, besarle la frente y luego retirarse a su cuarto a descansar sin ninguna otra intención, es un acto de amor tan grande, que merece este señor, todo mi humilde respeto.

No cabe duda ya para mí de cuanto la ama. Y menos me cabe lo bien que le hace a usted, Señora Laura, este amor que llegó de pronto aunque diez años tardó, para enseñarnos a todos que siempre hay una luz de esperanza cuando ya todo parece perdido y, sólo el sufrimiento de lo perdido alguna vez, es lo que quedaría en lo más profundo del alma para siempre.

Mi querida Señora Laura, el Señor Alfredo es un hombre tan sencillo que yo me preguntaba cuando llegó, cómo haría usted para estar al lado de un hombre así siendo tan distinta a él culturalmente, en todo sentido. Esto también me dejó otra enseñanza; no hay barreras cuando el que habla es el corazón, no hay distancias cuando son los ojos los que hablan.

Desde la muerte de su amado esposo, en cinco años no la había escuchado reír como lo hace ahora. Éste hombre simple ha logrado que en esta casa hasta las paredes rían; pero mire usted que el color del empapelado parece más intenso, más vivo.

Me voy feliz, porque usted volvió a vivir y el Señor Alfredo empezó a vivir. Juntos tendrán una gran vida, se complementarán. Todo esto que empezó hace diez años en una estación de tren. Esto que comenzó con una apreciación de un hombre que se enamoró de alguien que ni siquiera lo miró. Esto que era un absurdo sin ningún sentido y que el destino, a causa de una tragedia que no debió ocurrir, hizo que una vida solitaria y otra llena de pena se encontraran para remediar dos situaciones tan distantes, no es otra cosa que una historia de amor tan grande como las más grandes que tengan razón de ser.

Querida, Señora Laura, la dejo en las mejores manos, las del Señor Alfredo que merece todo mi aprecio. Me llevo el recuerdo de estos años sirviéndola, ayudándola a sobrevivir sabiendo que di todo de mí y déjeme creer con modestia, preparándola sin querer, a encontrarse con la persona que la acompañará el resto de su vida.

La saludo desde lo más profundo de mi corazón. Sabe que si un día me necesita sólo tiene que buscarme y aquí estaré, aunque sé que ya no hará falta. Beso su frente y le ruego le de mis respetos al Señor Alfredo.

Nora, su fiel Ama de Llaves.

PD: ¿Qué? Siempre me sorprendió escucharlos reír a carcajadas cada vez que uno de los dos hacía esa pregunta. Supongo que será un código entre ustedes. Eso está muy bien y me alegra sobremanera.

3 comentarios:

  1. Ricardo, que bonita historia. Me ha encantado desde la primera carta hasta ahora.
    Un beso

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  2. FANTASTICA HISTORIA LLENA DE AMOR Y TERNURA,QUE DEMUESTRA QUE EL AMOR SI SE MIRA CON LOS OJOS DEL ALMA NO TIENE BARRERAS, FELICITACIONES, ME HA ENCANTADO.

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  3. Que lindo Dick,que amoroso. Todo el tiempo pensaba que era auto biográfico, hasta que llegue al final y vi la firma. De todos modos, pienso, todo tiene algo de autobiográfico, todo lo que hacemos tiene en algún rincón nuestra huella. Te felicito muy linda historia. Abrazo, Maxi

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