jueves, 20 de agosto de 2009

La carta.

Distinguida, Señora:

Por la presente, me dirijo a usted, con el debido respeto que su persona me concede, para informarle de los acontecimientos en los que me vi involucrado, de acuerdo a lo pactado en su momento con tanta amabilidad y confianza de su parte, para que me hiciera cargo de un caso que le parecía un poco engorroso, aunque para mi no representaba inconveniente alguno.

He llevado a cabo los terribles crímenes que usted me encomendó, pero con un pequeño problemita que debo explicarle en esta misiva: he matado a sangre fría, como es mi estilo, a tres personas y no a dos como habíamos convenido. Quiero aclararle que la tercera persona en discordia que debí eliminar, ocurrió en un hecho involuntario y, por supuesto no estaba en nuestros planes. De todos modos creo que usted, se sentirá satisfecha cuando le relate quién fue esa persona a la que me refiero. Como verá entonces, este infortunado episodio me obliga a aumentar un 33% más los honorarios que habíamos arreglado para este honroso trabajo, que muy poca gente es capaz de hacer como lo hago yo, y perdone usted mi arrogancia, pero es que, no sé como decirlo; me siento orgulloso de este talento que Dios me dio. Por lo de los honorarios le ruego no se preocupe por el momento.

Le relato los acontecimientos tal cual sucedieron. Exactamente como lo habíamos hablado, tomé el primer avión que salía después del que partiera su esposo, hacia la ciudad a la que viajaba para concretar un nuevo negocio (motivo que para mi no viene al caso porque no es de mi incumbencia). Una vez llegado, tomé un taxi que me acercara hasta el hotel en el que su marido iba a pasar la noche, digo bien acercara, porque bajé unas cuantas calles antes (sabe usted que esto se hace previendo una posible coartada), y luego, caminando, me dirigí hasta el hotel al cual no ingresé por su puerta principal, sino por la de servicio, no sin antes dejar fuera de combate a un cocinero (lo de fuera de combate es algo a lo que no me pude acostumbrar a llamar de otro modo, después de haber combatido en Vietnam, guerra que perdimos por culpa de la maldita droga que mata a nuestros jóvenes...) Perdone, señora, por el intermezzo, pero verá que este tema me saca de quicio, no puedo concebir que haya gente en el mundo que sea capaz de asesinar con una herramienta tan cruel... Mejor sigo con mi relato. Como le decía; un cocinero que se encontraba vaciando trastos sucios y que me posibilitó entrar al edificio sin que nadie lo notara. Por supuesto que el susodicho no vio mi cara y desde ya lamento que, de aquí en más, no pueda usar sus manos nunca más para levantar ni siquiera una cuchara. Pero, para su tranquilidad le digo que sigue vivo.

Una vez dentro del hotel, no me costó nada averiguar el número de habitación de su esposo. Desde mi móvil, robado por supuesto, llamé al conserje para pedirle una botella del mejor champagne, como si fuera él, luego seguí al botones y, siempre a escondidas lo observé entregar la botella de tan sublime bebida, y así después, con mi llave ganzúa abrir la puerta de la habitación con mi magnum lista, el silenciador colocado, y de esa manera liquidar de una buena vez a su amado esposo y a su odiada, amante.
No me costó nada sorprenderlo en la cama, casi desnudo, y con una cara de susto al verme que me llevaría media carta describirle. Le disparé directo entre los ojos. Dos veces lo hice y sólo le quedó un agujero porque mi puntería es infalible, para que usted sepa. Quedó boca arriba con los ojos fijos en el ventilador de techo que no paraba de girar siendo lo único testigo del hecho. El pobre hombre estaba solo en la cama en ese momento. Desde el cuarto de baño se escuchaba el sonido de la ducha y una suave y dulce voz cantando ¡Oh la la, París, París! Por un momento recordé a Edith Piaf y tuve un momento de desconcierto. Cuando salí de mi ensoñación, entré sigilosamente; la dulce voz de la mujer al advertirlo me dijo entonces: "Oh, mi amor, métete conmigo bajo la ducha, verás, el agua está deliciosa..." Corrí la cortina y... Usted no me lo va a creer, la hermosa joven que allí estaba, desnuda, con el agua recorriéndole su esbelto cuerpo, con unos ojos abiertos como de muñeca al verme sorprendida, pero eso si, de un color miel como pocas veces he visto... no era la mujer de la foto que usted me facilitó para reconocer a la amante de su esposo. Esta, era otra.

Señora, debo decirle sin ánimo a ofenderla que su esposo (a esta altura de los acontecimientos: ex) se convirtió de pronto en una persona que merece todo mi respeto. Pero, lamentablemente ya estaba en el otro mundo y no se lo pude decir a él, por eso se lo digo a usted, que, a pesar de su odio, debe saber que fue un tipo admirable si es que a la conquista de mujeres se refiere, y eso la incluye. Continúo entonces; no tuvo tiempo de gritar la desdichada, le metí una bala en la boca y luego otra en el medio del pecho terminando de esa manera con su corta vida. ¿Le cuento algo al margen? me quedé observando luego la sangre mezclada con el agua saliendo de la bañera, como en la película Psicosis. Fue un momento maravilloso. Sepa usted que soy un amante del buen cine y sobre todo de las de crimen y suspenso. Como se dará cuenta, esa bella mujer, es el motivo del aumento de mis honorarios, porque de la mujer de la foto que usted me brindó, también me encargué luego.

No fue difícil a mi vuelta averiguar su domicilio, esconderme en el pasillo del piso que habitaba, y luego cuando ella salió de su apartamento seguramente para ir a su trabajo (antes le digo que era una linda mujer lo cual aumenta mi admiración por su ex esposo), tomándola de atrás y casi sin que tuviera tiempo de alguna reacción de su parte, le rebané el cuello con mi navaja mandándola sin escalas al otro mundo. Sí, la misma navaja que uso para afeitarme. Nunca salgo sin ella, es como mi tarjeta de crédito que tampoco falta jamás en mi billetera.

Luego, me dirigí al Banco donde su ex esposo tenía una abultada cuenta, sin que usted lo supiera, gracias a mi lo sabe ahora. Haciéndome pasar por él (tomé sus documentos en aquél hotel luego de beberme la botella de champagne que le mencioné) y caracterizándome un poco colocándome un bigote postizo como el que él usaba y teñirme el cabello de color rubio, sabrá mejor que nadie que ese era su color de pelo, fui conducido a la caja de seguridad y tomé de allí el dinero que usted y yo habíamos pactado para este trabajo, más el 33% que le mencioné. Ni un centavo demás se lo aseguro por mi honor. Por eso le decía que no se preocupara por los honorarios. Pagó él.

Y con esto doy "casi" terminado mi trabajo; digo "casi" porque hay algo más que debo relatarle y es lo siguiente: A esta altura de la carta, seguramente usted notará una sensación extraña en su cuerpo, algo así como una especie de estremecimiento sumado a una insoportable hinchazón de su lengua que no le permite hablar. No se asuste, le explico por qué: Estimada señora, usted está muriendo. Sí, el papel de esta carta fue rociado por mi con un veneno del cual no queda huella (he tomado todos los recáudos para que tampoco queden huellas mias en él) y, ese veneno, ya ha penetrado por los poros de sus dedos, entonces en minutos usted le irá a hacer compañia a su ex esposo en el otro mundo. Le ruego le de mis respetos y admiración si es tan amable.

A esta altura de la lectura, se preguntará ¿Pero, por qué? Pues simplemente porque yo jamás dejo testigos, así, de esa manera, me mantengo al margen de toda sospecha que me pueda involucrar. Señora, sepa usted que soy un profesional, modestamente, el mejor. Pero esto no termina aquí, no, ¿sabía que su difunto esposo tenía una doble vida? No, no lo sabía y ahora se está enterando. Si, era bígamo. Increíble ¿no? ¡Qué tipo, mi Dios! Pues convencí a su otra esposa de matarlo a él y su amante. De esta manera he aumentado considerablemente mi pequeña fortuna. Ah, ella en este momento está leyendo una copia exacta de esta carta y muriendo de la misma manera que usted, lo cual debería alegrarla por haber terminado con su vida sin que me lo pidiera. Este último trabajo corre por cuenta de la casa.

Distinguida señora, sin más, la saludo atentamente deseándole una buena vida en su nueva vida, que, tenga la plena seguridad, no será en el cielo. Me siento muy complacido por haber hecho tan buenos negocios con usted y, doy fe que, alguna vez nos volveremos a ver.

SSS (Su Sicario Servidor)






9 comentarios:

  1. Wow! El crimen perfecto existe. Dick lo re disfrute. Gracias!

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  2. Hola dick! está muy lindo este cuento epistolar. Gracias x tu comentario en mi blog y qué bueno que te gustó el cerdito! :) jejeje
    Beso.
    M

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  3. Dick, despues de tantos años, me gusto mucho reencontrarte asi, la lectura me llevo y me atrapo la trama. Muy bueno.Gracias.
    Un abrazo

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  4. Que después de una vida dedicada a la imagen te sientes a escribir me pone muy feliz.
    Todavía tenemos pendiente una visita a la Embajada.

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  5. Ahora soy testigo de lo que leí?
    Me envenaste el monitor? El teclado? Ayyyy....

    Excelenteeeeee!!!!

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  6. me encantó, dick... suspense y humor negro... muy bueno!

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  7. Ahora te entiendo Richard, entiendo el tono del mail de la otra vez cuando me pintaste un momento de mierda, estabas en pleno proceso creativo, que es lo que nos pasa a todos, caemos y revivimos en creaciones. Me encantó, pero lo que más me gusta es este estilo que estás desarrollando, este formato de cartas, vamos Richard!!! vamos por el libro, me encanta como podés cambiar los climas, conservando un estilo. Te regalo un título para el libro (conociéndote se que no lo vas a usar, porque vas a empezar a mejorarlo y finalmente lo vas a convertir en otro)"Capara a la carta", pero no importa, mi objetivo es empujarte a que lo hagas. Te felicito amigo, me encantó!

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  8. MUY BUENO LA TRAMA Y EL CONJUNTO EN TOTAL,
    ¡¡¡DIOS ME LIBRE DE MANDAR UN RECADO A ESTE SEÑOR!!! FANTASTICO RICARDO.....

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